Los ojos
inteligentes, de sol alto al mediodía. El pelo como la selva virgen.
Las orejas juguetonas, como delfines saltarines. La boca y los labios
como un claro en el bosque, con un riachuelo lleno de peces. La voz
como un pájaro riendo en el claro. Mejillas de brisa y de nube en un
día de lluvia. Nariz de elefante sagrado. Barbilla de café con
leche. Los hombros como un paisaje de cordilleras al amanecer. Los
brazos inquietos como relámpagos. Manos espumosas de orilla. Los
pechos, como la mar embravecida, y los pezones dos navíos. Barriga
de arena con cálidas e intransitables dunas. Caderas como el
cinturón ecuatorial del planeta. La vagina como un oscuro río
subterráneo. Piernas como el aullido de los lobos a la luna. Los
pies, raíces profundas devorando la tierra.
He diseñado un
boceto aproximado, y más o menos mi mujer ideal se parecería a
esto:
Si alguien la ve, le
ruego le diga que la ando soñando.
Hay cualidades que
me gustan en una mujer; y luego hay mujeres que me gustan,
independientemente de sus cualidades. No tiene lógica. Cualquier día
me voy a enamorar de una salamandra.
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