Hace muchos, muchos años, cuando aún era niño, fui a comprar una lavadora. Me ofrecieron a elegir entre dos: una que "es silenciosa", y otra que "es muy silenciosa". Así las describió el vendedor. Escogí la "muy silenciosa".
Craso error, creer que el lenguaje describe la realidad. El lenguaje es como un vendedor de lavadoras.
¿Cómo puede algo ser "muy" silencioso? O es silencioso o no lo es.
Decidí entonces que en adelante utilizaría el lenguaje desde el modo "muy". ¿Por qué utilizar las palabras para decir lo mismo que ya dice el mundo con su mera existencia? A fin de cuentas, no soy muy de lavadoras; ni fui nunca muy niño, que digamos.
No intentes dispersar el humo. Aguanta la respiración; síguele el rastro. Si no te dejas confundir, si das con la llama original, róbale una de sus lenguas y huye con ella.
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PUNTOS CARDINALES:
OESTE. Aquí nadie apagará nada, sino todo lo contrario.
NORTE. La temática y desarrollo de este blog dependerá única y exclusivamente de la fuerza y dirección del viento.
ESTE. El caprichoso autor se reserva el derecho de inventar un quinto, sexto y sucesivos puntos cuando le apetezca.
SUR. El lector dará a conocer este blog en sus círculos de amigos. Si tiene cuadrados de enemigos, que lo haga también allí.
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sábado, 1 de agosto de 2015
sábado, 21 de febrero de 2015
La mujer ideal
Los ojos
inteligentes, de sol alto al mediodía. El pelo como la selva virgen.
Las orejas juguetonas, como delfines saltarines. La boca y los labios
como un claro en el bosque, con un riachuelo lleno de peces. La voz
como un pájaro riendo en el claro. Mejillas de brisa y de nube en un
día de lluvia. Nariz de elefante sagrado. Barbilla de café con
leche. Los hombros como un paisaje de cordilleras al amanecer. Los
brazos inquietos como relámpagos. Manos espumosas de orilla. Los
pechos, como la mar embravecida, y los pezones dos navíos. Barriga
de arena con cálidas e intransitables dunas. Caderas como el
cinturón ecuatorial del planeta. La vagina como un oscuro río
subterráneo. Piernas como el aullido de los lobos a la luna. Los
pies, raíces profundas devorando la tierra.
He diseñado un
boceto aproximado, y más o menos mi mujer ideal se parecería a
esto:
Si alguien la ve, le
ruego le diga que la ando soñando.
Hay cualidades que
me gustan en una mujer; y luego hay mujeres que me gustan,
independientemente de sus cualidades. No tiene lógica. Cualquier día
me voy a enamorar de una salamandra.
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