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viernes, 3 de enero de 2014

Análisis de un anuncio de perfumes de Carolina Herrera, o interpretación de lo que no vale la pena ser interpretado





Hay una fiesta que es la hostia. ¿Por qué es la hostia? Porque no puedes entrar. ¿Por qué no puedo entrar? Porque si puede entrar todo el mundo, los que estén dentro, que no tienen nada de especial, se darán cuenta de eso. Los que están fuera, que tampoco tienen nada de especial, deben entrar para sentirse especiales. La cuestión es: ¿estás dentro o estás fuera?

El requisito para entrar es estar en la lista. Quién hace la lista es algo que sólo podremos intuir observando la fauna del interior. Pero no voy a entrar en eso: no sé quién ha organizado esa fiesta ni quiero saberlo.

Pasemos a analizar el argumento de esta obra cinematográfica de culto. Toda obra se caracteriza por tener un inicio o planteamiento, un nudo o problema y un desenlace o solución. Pasemos pues a identificarlos en la línea de acontecimientos.

Inicio. Esta parte dura sólo 4 segundos. Esto ya da una idea de lo pobre del planteamiento. Comienza con dos fotogramas con imágenes panorámicas de una ciudad –Nueva York, para más señas- de noche como fondo, con el texto del producto “212 VIP Carolina Herrera New York” sobreimpreso en primer plano en color blanco. Las imágenes son el blanco y negro. ¿Por qué en blanco y negro? Si la imagen fuera en color apreciaríamos las luces de los edificios y el tráfico con colores muy diversos sobre el fondo oscuro de la noche y los edificios. Al ser en blanco y negro todas las luces quedan reflejadas como blancas. Para las letras del producto se escoge el color blanco. De este modo queda identificado el nombre del producto como una luz más en la noche neoyorkina. A continuación se nos presenta una escena de interior, donde se está celebrando una –supuestamente- apoteósica fiesta en una gran sala de discoteca. Se sabe que es una fiesta porque hay banderitas colgantes en la sala, por el confeti y la gente que baila. ¡Qué bien se lo están pasando ahí adentro! ¡Ojalá estuviera dentro! Por último nos presenta una imagen del exterior inmediato en donde vemos una larga cola de pobres desgraciados que –valga la redundancia- hacen cola porque quieren entrar a la fiesta. Pero (“What The Fuck!”) “This is a prívate party”. Y aquí se acaba el planteamiento y comienza el meollo, el intríngulis, el quid, el complejo embrollo  de peripecias emocionales y vitales en el que se verán envueltos nuestros protagonistas. ¿Han notado que el portero señala el letrero con el dedo siguiendo un orden inverso al de escritura, de derecha a izquierda?: “Ytrap”. ¿Es un mensaje satánico oculto? ¿Caerás en la “trampa” (“trap”)? Dejémonos de gilipolleces y pasemos a la siguiente parte.

Nudo. Esta parte dura desde el minuto 0:05 hasta el 0:20. Se nos presentan a dos personajes (masculino y femenino) que quieren entrar en la fiesta. ¿Tú sabes quiénes son y cómo se llaman? Yo tampoco. No tienen nombre ni identidad; no son, no existen. Se nos presenta el problema. Somos testigos de cómo quieren entrar sin éxito. Toda esta parte está dedicada a mostrar lo difícil que es entrar, usando imágenes como metáforas que evocan una sensación de privación de libertad: una puerta entreabierta que no puede ser cruzada para entrar (minuto 0:05); la mujer que gatea entre un sinfín de piernas en el minuto 0:06 (las piernas recuerdan una arboleda impenetrable, o incluso los barrotes de una celda); el dinero, que tantas puertas abre y que no puede abrir ésta sin embargo (minuto 0:08). Pero por si no llegan hasta nuestro cerebelo las metáforas visuales, se refuerza el mensaje de negación mediante gigantescos textos sobreimpresos para maravilla de nuestro hemisferio izquierdo: “NO WAY” (minuto 0:05), “NOT YOU” (minuto 0:08). A continuación se suceden una serie de escenas en las que se alternan momentos de relax y fiesta con otras más violentas dignas de las pinturas negras de Goya: la signorina que nos recibe con un beso en el minuto 0:09; la rubia (nuestra desconocida protagonista) que se gira para mirarnos por última vez antes de atravesar “la cortina” que la llevará al más allá en el minuto 0:11; la ragazza de famélica delgadez que es sorprendida abrazándose al oso en el minuto 0:13; el portero que niega dos veces con el dedo índice en el minuto 0:14; las dos chicas de la cola en el exterior que se enzarzan en una discusión en el minuto 0:15; y las risas y bailes del interior desde el 0:16 hasta el 0:20. ¿Y qué pasa en el minuto 0:20? ¿Por qué marco ahí el fin del nudo y el principio del desenlace? Se nos muestra un tipo tirado en el suelo. Y ese tipo se levanta. Al levantarse el tipo (me recuerda a Terminator) empieza la parte final, el desenlace… ¡empieza lo bueno!

Desenlace. La parte final de nuestra historia comienza en el minuto 0:20, con nuestro protagonista masculino acompañado por un tipo que extiende su brazo para señalar con el dedo índice a alguien a lo lejos. Si te señalan, te reconocen. Si te señalan, existes. Si te señalan, eres. Y en efecto, por si no lo hemos entendido, de nuevo nos lo recuerdan con  grandes rótulos a continuación: “SHE IS” (minuto 0:21); “HE IS” (minuto 0:23). Nuestros protagonistas, aunque seguimos sin saber sus nombres (para que podamos identificarnos más fácilmente con ellos) ya han cobrado estatus de seres existentes gracias al reconocimiento externo que le otorgan los demás integrantes de la fiesta a la que han entrado. En el exterior nadie les reconocía su existencia. En el exterior se les negaba la entrada a la existencia. Encontramos aquí el clímax de este clip de video, resaltado por los golpes secos sonoros de las frases “SHE IS” Y “HE IS” (ni Shakespeare en su Hamlet, vamos), así como por los golpes secos visuales de los primeros planos repentinos de los protagonistas. En el minuto 0:28 vemos un momento de felicidad “in” con un plano de los dos protagonistas con sonrisas profidén. De aquí en adelante todo es alargar el desenlace (cual final de Spielberg) con imágenes del éxtasis y la dicha que viven los que están dentro, la gente “in”.

Podríamos acabar aquí, pero no me da la gana. Quiero resaltar algunas metáforas visuales que me han llamado la atención por recurrir al reclamo sexual como cazamoscas. Recordad que estamos ante un anuncio publicitario, y la publicidad sin sexo no es nada. ¿O es que os echáis los potingues y los perfumes para algo que no sea albergar en lo más profundo de vuestro ser una mínima esperanza de pillar cacho esa noche? Sí, la gente que sale es gente guapa, pero no me refiero a eso. Voy a detalles más gorrindongos. Minuto 0:06: ¿por qué gatea una mujer entre las piernas de la muchedumbre? Mmm, gatita, gatita. ¿Alguna de vosotras ha gateado para entrar a la disco? Si es así no os cortéis en entrar de igual modo a mi casa, os espero con una lata de whiskas. Minuto 0:09: la signorina que nos recibe con un sensual beso al aire con su mano derecha, mientras se toquetea la zona del ombligo con la izquierda (bonito traje de leoparda galáctica, por cierto), rodeada de globitos que parecen decir “Bienvenido a la fiesta”. Minuto 0:13: la ragazza lasciva abrazaosos, sin comentarios (ni qué decir que el brazo derecho del oso recuerda a una erección). Minuto 0:15: tras la discusión de las dos chicas que hacen cola en el exterior, ambas féminas quedan enfrentadas muy próximas una a la otra cara a cara con sus bocas abiertas casi a distancia de beso (con voyeur incluido en primer plano a la izquierda de la imagen). Minuto 0:23: la chica del abrigo nos obsequia con un strip-tease relámpago (pero nos pilla de espaldas, ¡mecachis!). Minuto 0:25: la chica juega con un sable láser; digamos que es un símbolo fálico, aunque sea sólo para congraciarnos con Freud. Minuto 0:30: "Aquí me tenéis y soy toda vuestra”. Minuto 0:31: cabalgando en un auto loco, “¡mirad qué bien cabalgo!”. Minuto 0:32: de nuevo escenita de apertura de cortinas y de “aquí me tenéis” (la cortina es imagen recurrente en tanto que separación del mundo de fuera y el de dentro, así como un símbolo sexual al ser atravesada, o de “labios que se abren” si se quiere). Minuto 0:33: por si a alguien no le quedó clara la escena de la chica cabalgando el coche, ahora nos sacan un caballo… ¡jiiiiiaaaaaaaa! Minuto 0:36: Los chicos desparramando el hielo adoptando posturas corporales expansivas; para el que no lo pille, obviando la cubitera, ¿de qué parte del chico salen desparramados los cubitos?; lo aclaro por si alguien aún no lo pilla: la imagen de los cubitos es una metáfora de la eyaculación. Llamadme rebuscado. En todo caso, por las imágenes eróticas femeninas, supongo que el anuncio ha sido hecho para hombres, o por hombres, o por mujeres a las que les gustan las mujeres, o para mujeres a las que les gustan las mujeres, ¡qué sé yo!

Me llama también la atención el tratamiento que se da al hombre y la mujer. Bastante conservador. El hombre es guerrero (en varias escenas son varones los que sostienen en alto tickets o billetes en la cola, como si fueran espadas). La mujer es sumisa y se ofrece (vuelvo a insistir en la escena de la “gatita”, así como las escenas en que la mujer abre cortinas o otros elementos, como el vestido que se despliega, mostrándose y ofreciéndose a cámara). Pero la escena que mejor retrata y resume el tratamiento de género se encuentra hacia el final. Paren el vídeo en el minuto 0:37. ¿Qué ven? El hombre rodea con sus brazos a la mujer (la posee). El hombre muestra sus dos brazos y manos y la mujer sólo uno (el hombre predomina) para representar con sus dedos los números 212. Y, yendo más allá todavía, el hombre representa el 2 con sus dos dedos levantados (lo que también es símbolo de “victoria”), mientras que la mujer levanta un solo dedo con el que cubre sus propios labios, simbolizando “silencio”. El hombre que vence y la mujer que calla.

Y aquí acabo. La conclusión que saco es que el anuncio, breve, está construido a base de apilar imágenes y música que apelan al subconsciente más que al consciente. Trata de trasmitirnos emociones irracionales más que un concepto, lo cual no es desacertado, pues un perfume a fin de cuentas puede apelar a cualquier cosa menos al lado racional. Aún así, sigo opinando que los anuncios de perfumes son una mierda calentita y maloliente servida en bandeja de plata. La música, eso sí, resulta enganchona. Tras haber visionado este anuncio más veces que la filmografía de Jenna Jameson, me declaro fan de y adicto a la canción Not on the Guest List de Marco dos Santos. Por cierto, el vídeo original de la canción muestra una fiesta bastante más animadita y con más jamonacas que éste.

Pero, ante todo, hay una cuestión que me ha traído de cabeza todo el tiempo y que no alcanzo a comprender: ¿por qué carajo tanta gente quiere entrar a una fiesta en la que no sirven una puta bebida?