No intentes dispersar el humo. Aguanta la respiración; síguele el rastro. Si no te dejas confundir, si das con la llama original, róbale una de sus lenguas y huye con ella.
PUNTOS CARDINALES: OESTE. Aquí nadie apagará nada, sino todo lo contrario. NORTE. La temática y desarrollo de este blog dependerá única y exclusivamente de la fuerza y dirección del viento. ESTE. El caprichoso autor se reserva el derecho de inventar un quinto, sexto y sucesivos puntos cuando le apetezca. SUR. El lector dará a conocer este blog en sus círculos de amigos. Si tiene cuadrados de enemigos, que lo haga también allí.
Silencio. Plano
general de elementos dispuestos simétricamente: dos sillas, dos
maceteros del tamaño de una persona; en lugar de una pared, al fondo
hay una amplia cristalera dividida en 12 ventanales, apreciándose a
través de ella que es de noche; una única mesa pequeña, casi
inadvertida, en el centro de la imagen. En la silla de la izquierda
un hombre sentado, de mediana edad; en la silla de la derecha, nadie;
no se aprecia existencia de nadie más, ni en el exterior que deja
ver la cristalera, ni en el interior del hotel. Todo ello enmarcado
por una amplia cortina recogida a ambos lados de la cristalera, como
si estuviéramos en un teatro y fuera a comenzar la función.
Un señor con pinta de estar cansado
Silencio. Plano
medio. Esbozo que nos da información sobre el único personaje en
escena. Lleva traje, pero no se esfuerza en este momento en presumir
elegancia; quizá antes, quizá más tarde, pero no ahora. Está
sentado en posición relajada, con las piernas abiertas a ambos
extemos a todo lo que da la silla. Descansa ambos brazos sobre los
del sillón, y las manos a su vez sobre los muslos. El pantalón lo
lleva con el cinturón sobre la barriga, por encima de la cintura,
clásica disposición de quien quiere mantener el mundo arriba, que
no se caiga. La larga corbata cuelga por debajo de la altura del
cinturón. A su izquierda, en el suelo y junto a la silla, su
maletín, y el abrigo, todo tirado en el suelo; quizá más equipaje
bajo el abrigo, por lo que abulta. Aunque no lo hemos visto, por cómo
está echado en el suelo el abrigo, se percibe que deseaba soltarlo
cuanto antes y sentarse. Está, si no derrotado, agotado. Si no está
dormido, lo parece. La silla de la derecha, vacía, parece hablarnos
de soledad. Justo a mitad de este plano, comienza a sonar la música.
¡Es Christopher Walken!
Música. Primer
plano. ¡Es Christopher Walken! Ahora apreciamos que no está
dormido. Está cabizbajo, mirando la nada, en silencio. En silencio
él, pero la música está sonando, aunque él parece no haberla
advertido aún. Parpadea por primera vez. Para mí, ese sutil primer
parpadeo tiene mucha fuerza, porque en los instantes previos no se
mueve en absoluto, es más, parece una estatua; mediante ese leve
parpadeo, el yo del personaje irrumpe en la escena. De pronto,
parpadea por segunda vez y repara en la música. Entonces mira hacia
su derecha, para ver qué elemento del otro mundo, el externo, está
importunando a la íntima nada de ese mundo que sólo a él le
pertenece.
"Don't be shocked by the tone of my voice It's the new weapon, weapon of choice"
Es el carrito de las
toallas. Sobre el carrito hay un pequeño radiocassette, de donde
proviene la música. El carrito es el único elemento que sugiere la
presencia de al menos otra persona en el hotel, y sin embargo no
veremos en todo el videoclip a nadie más que a Christopher Walken,
que no es poco; si es que Christopher Walken es una única persona,
un único yo. Es importante que la música venga sobre un carrito, ya
que ello sugiere que la música “entra” en escena, que es móvil
y dinámica, y que puede a su vez propagar ese movimiento en el
entorno, contagiarlo . También vemos en la misma imagen, a la
derecha, una puerta entreabierta, que sugiere la entrada a otro
lugar, a otro mundo, a otro plano de consciencia o existencia, si se
prefiere.
Vuelve a parpadear,
por tecera vez, y mira a cámara. A nosotros. Al universo entero. Se
podría decir que al primer parpadeo toma consciencia de sí mismo,
al segundo parpadeo toma consciencia del mundo que le rodea, y al
tercer parpadeo toma consciencia del Todo.
Retira la mirada de
cámara y regresa al mundo. Parpadea por cuarta vez, y ahora respira.
Una única respiración, profunda, para tomar aliento; hasta ahora,
si es que respiraba, lo hacía tan levemente que era apenas
perceptible.
Al quinto parpadeo,
mueve ligeramente el cuello a uno y otro lado, en todas las
direcciones posibles. Como si hubiese sido una estatua durante una
eternidad y ahora tuviera que volver a aprender a moverse.
Aquí estoy...
Por fin se
incorpora, tomando impulso sobre los brazos de la silla, al mismo
tiempo que la cámara pasa del primer plano a un plano medio. Se
planta erguido ante la cámara mientras afirma bien en el suelo uno
por uno sus dos pies, con ambos brazos colgando a los costados, en un
“aquí estoy”, enfrentando la cámara como si se enfrentara al
universo entero, al más puro estilo de los duelos a revólver en el
lejano oeste.
¡KABOOM!
La cámara se aleja
poco a poco hasta un plano más general, y el amigo Walken de pronto
estalla, como una supernova, en un baile que tiene algo de chamanismo
moderno. Se ha invocado a sí mismo; y ahí está. Él bailando es él
lejos de la anterior nada, el universo expandiéndose y danzando.
Camino hacia
delante; alzo mis rodillas sobre el suelo; atravieso el aire con mis
brazos. Camino hacia delante.
¡Soy un lobo!
Doy una patada, como un cometa. Giro
como un planeta. Agujero negro, mi propia gravedad me absorbe. Soy un
cometa, soy un planeta, soy rodillas y brazos adelante.
Soy la
constelación del lobo. A derecha e izquierda soy un cometa, soy un
planeta, soy las estrellas. Soy el que está ante la puerta, y el que
la abre. Si tuviera miedo de cruzarla me lo pensaría dos veces, pero
¿me ves pensarlo
¡Ya he llegado!
dos veces? No, la cruzo. La cruzo de espaldas, ¿me
ves? Llamo al timbre de ese mundo. No para que vengan a recibirme,
sino para que sepan que he venido, y luego igual que vengo me voy;
ahí os quedáis. Me voy igual que vine: bailando. Soy la
constelación del carro. Soy la estrella ascendente, las escaleras
son para mí, y si quiero las subo de espaldas. No necesito subir,
están ahí para subirme a mí. Sólo tengo que bailar.
Soy la
constelación del pato, y bajo para abajo. Un paso, dos pasos, tres
pasos, cuatro pasos, cinco seis siete ocho y ya estoy abajo. Me salgo
del mundo. Vuelvo a entrar. Soy la constelación gacela, soy el
águila, soy Pegaso, la cruz estelar, el torbellino, soy otra
voltereta de la fortuna; me caigo y me levanto, no sin mirar a ambos
lados.
Soy la cruz, soy la gacela, soy la cruz; puedo subirme a la
mesa y de una patada sacar de órbita el periódico de hoy, y bailar,
bailar sobre el presente de la mesa.
Soy una cuchara, soy una tetera...
¡Tiembla, Carlton Banks!
Salto de regreso al mundo y soy
la elegancia sin siquiera
¡Echa perfume aquí!
sacarme las manos de los bolsillos. El
lobo. La garza. La hiena a punto de robar. El torbellino.
¡Trololololó lololó loló!
¿Tomaré la píldora roja o la azul?
Soy
infinitas versiones de mí mismo bailando en universos infinitos.
Vengo de lejos y no tengo prisa por llegar, pues vengo bailando.
Puedo ir a la derecha, ¿pero por qué no a la izquierda? Subo o
bajo, es lo mismo. Arriba, soy un torbellino y giro. Arriba no es
nada si no sé volar, así que es hora de volar y vuelo. Me tiro de
cabeza y me sumerjo en el cielo. Visito los confines,
los límites, y
donde el mundo acaba, en lugar de detenerme cojo impulso. Veo el mar
infinito y navego su cielo y lo asciendo y lo asciendo hasta saber de
mí. Te veo, universo, ¿me ves tú a mí? Vuelo en picado a tu
encuentro. Caigo al mundo; al mundo firme, y retomo consciencia de
sus milimétricos límites. Silencio total. Regreso a mi silla, a mi
pequeño lugar en el mundo. Estoy agotado. Un parpadeo; regreso al mí
que mi cuerpo limita. Otro parpadeo; nada.
El videclip acaba
exactamente igual que empieza. Es cíclico. Si lo pusiéramos en
reproducción contínua, nos mostraría un contínuo despertar y
apagarse de la conciencia, del movimiento, de la vida. Como decía
anteriormente, Christopher Walken es el único personaje; a mi
entender, porque simboliza varias cosas a la vez: al hombre y su
capacidad de imaginar y crear un mundo propio, a la consciencia que
despierta como inteligencia capaz de comprender la existencia del
universo y de sí misma, y al universo creándose y destruyéndose
una y otra vez en un ciclo infinito. No es sólo un tío que está
ahí y se despierta por la música. No es un tío que está aburrido.
Me voy a girar para que veas mi cuarto ojo...
¡¡¡Es Christopher Walken, coño!!! Uno de los poquísimos actores
capaces de interpretar el papel del Universo; y eso, al mismo tiempo
que interpreta al Hombre y a La Consciencia durante la misma
actuación.
No he prestado
atención a la letra de la canción. Mi inglés es pésimo, y me he
aprovechado de ello para darle una interpretación al mensaje
cinematográfico del videoclip sin que me influenciara el mensaje
lírico de la canción. Sólo ahora, al acabar, he buscado la letra
para leerla. Es muy sencilla. Aparecen un chico y una chica, pero es
anecdótico, salvo por el “yo” narrativo del chico. Lo importante
es el estribillo, en que repite una y otra vez: “Escucha el sonido
de mi voz (…) es el nuevo arma, el arma elegida”. La voz del
cantante como arma, es la música que despierta al personaje del
vídeo. Y otra frase de la letra me llama la atención por su
cercanía a la interpretación que hago del videoclip: “A medio
camino entre lo más bajo y las estrellas”; que está relacionado
con el despertar del personaje, su toma de conciencia primero como
individuo y luego como ser que forma parte de un universo y que, a la
postre, es ese universo.
* * *
Ahora pasaré, muy
a mi pesar, a hablar de la versión que hacen los publicistas para el
anuncio de perfume Kenzo. Muy a mi pesar. Y por eso voy a ser muy
hijo de puta. Para equilibrar, porque lo que han hecho es una
hijoputada. Hace un rato discutía con un amigo sobre si esto es un
homenaje o un plagio, y viendo que mi argumentación debía ser más
pormenorizada, decidí escribir esto. Suelo decir, medio en broma
medio en serio, que la reflexión debe hacerse después de las
flexiones. Por eso, antes de reflexionar por qué es un plagio, he
tenido que hacer un montón de flexiones con el vídeo original, y
unas pocas con la versión perfumera para Kenzo (es tan pobre que no
da para más).
Plagio. ¿Por qué
plagio y no homenaje? Homenajear es crear un puente hasta el
original, una referencia, un guiño, sin que por ello la pieza actual
deje de ser una pieza con identidad propia, con elementos de valor
únicos. Un homenaje es, por ilustrarlo con números, 10% guiño y
90% originalidad. Un plagio es 90% guiño (¿guiño?) y 10%
originalidad. Y si guiñas el ojo durante demasiado tiempo, no es un
guiño, es el ojo malo de un tuerto.
El videoclip
original “Weapon of Choice” para Fatboy Slim es una joya sublime.
Al primer visionado te parece divertido. Al segundo visionado (porque
lo verás por segunda vez, te lo aseguro), te parece una divertida
maravilla. Al tercer visionado empiezas a darle al pause, a rebobinar
escenas, a recrearte en los detalles; y descubres que es una
divertida y maravillosa alegoría del universo… y que, de hecho,
podrías ponerlo en reproducción continua, como el universo
expandiéndose y contrayéndose una y otra vez provocando infinitos
big-bangs.
¡El universo está en continuo movimiento, expansión y contracción infinitas!
Para ser justos,
haré un repaso de la versión feromónica para Kenzo.
Ven una performance sobre el universo que se expande
Para empezar, el
personaje (interpretado por Margaret Qualley) empieza con los ojos abiertos. Es ella, y punto. No hay
metáfora de despertar. Ni sugerencia ninguna, salvo por el hecho de
rodearla de personas una generación más cerca de la muerte que
ella. Bueno, sí está la compañera, que parece ser de la misma
generación. Pero la compañera disfruta del momento. La
protagonista, en cambio, es una petarda. Sí, es una petarda; y por
eso más tarde veremos que explota. Cuando todos los demás aplauden,
ella pone cara de malditos seáis todos, y encima aquí no ponen
ron-cola, y yo no entiendo nada y mi amiga me tiene que explicar lo
que dice el del escenario, porque yo no entiendo una mierda de sus
metáforas… ¡que hable claro y llame al pan “pan” joer! Así
que coge y se va poniendo la excusa de que va a ver las lámparas del
pasillo de fuera, que le han gustado mucho. Pero es mentira, porque
cuando sale fuera ni mirar las lámparas, oye. En vez de eso se pone
a pensar en sus cosas: en lo caro que está el pan, en el rollo de la
otra noche en la disco, en que no le dieron más que 357 likes en
facebook cuando publicó que volvía a estar soltera.
Error crítico del sistema...
... imposible recuperación.
De pronto le da
un pantallazo azul, de tener abiertas tantas pestañas a la vez en su
cerebro, y se le empiezan a ir los ojos para todas partes como a una
loca. En el original, Walken toma conciencia de sí mismo y empieza a
parpadear, luego se levanta en cuanto toma conciencia del entorno, y
después empieza a bailar, a “ser”. Aquí el personaje no toma
conciencia de ser, de lo que es. Apenas se da cuenta, si acaso, de lo
que no es, y es por eso que se escapa de la sala. De alguna manera,
ella se siente sola en un mundo al que no pertenece. Pues pija del
coño, si no perteneces a ese mundo, no haber ido. ¿Ahora te das
cuenta? Se interpreta este anuncio como una crítica a la hipocresía
social, como una mujer independiente que quiere ser ella misma. Pues
mira, no. Ésta es una pija caprichosa, y punto. Y es una hipócrita,
porque ha ido a un evento que detesta, en compañía de personas que
detesta. Y ahora le da por huir; ahora. Pues lo siento, pero no podrá
huir de sí misma, porque es una petarda. Y por eso, porque es una
petarda, ahora explota. Se prende la mecha en sus ojos, que empiezan
a chisporrotear, a guiñarse, el cuello se le va, la lengua se le va,
todo muecas, como si estuviera aguantándose los gases. Y a partir de
ahí todo es meneo. Si tenía gases, los ha soltado por necesidad. Y
agita los brazos y mueve todo el cuerpo como una loca, que le falta
hacer twerking.
¡Twerking: sal de este cuerpo puro y cristiano!
Coñas aparte, hay que decir que el baile es
tremendo, sobre todo teniendo en cuenta que baila sobre tacones (no
sé si Christopher Walken podría bailar sobre tacones, aunque no lo
descarto). A partir de aquí continua imitando el vídeo original en
su deambular por el pasillo en dirección a cámara. Eso sí, dando
patadas a cámara a lo Spice Girl que da gusto (eso sí es un guiño).
Habla con su mano-marioneta y la muerde, lo cual viene a ser lo más
parecido a personalidad compleja que alcanza a mostrar. Ahora empieza
el juego con
Aguanaguanabí guanaguanabí guanaguanabí
los espejos en el pasillo. Sin embargo, si en el
original el personaje de Walken se multiplicaba en los espejos hasta
el infinito, con la lectura que ello conlleva tanto de personalidades
posibles como de universos, en ésta el reflejo tan solo muestra un
duplicado, un pobre duplicado. Y está bien, porque el personaje
hipócrita sólo tiene dos caras, la verdadera y la falsa, y no da
para más. Cualquier
¡Me apetece un helado de vainilla!
¡Mira lo que hace la guarra de tu hija!
personaje mínimamente profundo tiene más de
dos caras, y ninguna de ellas es falsa. El juego del espejo se repite
varias veces, pero todas ellas con el mismo esquema. Y sí, que
camina con los brazos consigo misma por el espejo como la niña del
exorcista (esto también sí que es un guiño). Luego se ve que le apetece un helado de vainilla, porque le hace carusas
y carantoñas húmedas a la cabeza de la estatua, que supongo que
representa la cultura (bien, bien, ya te vamos conociendo,
pijaelcoñopoligonera), y luego sube las escaleras corriendo que da
gusto, como Vivien Leigh en Lo que el viento se llevó corriendo por las escaleras detrás de Clark
Gable, pero parriba en vez de pabajo. Luego, ya en el primer rellano,
hace como que se persigna o como que se echa gas pimienta a la cara
ella misma, lo que está bien, sea lo que sea, porque falta le hace.
Luego juega al pato y a la oca, y hace como la Lola Flores encocá en
el segundo rellano.
¡Refréscate con Coca-Lola!
La coz del Robocop
Luego hace la del robocop coceador, que lo que
pasa es que está calentando para la que le va a dar al pobre hombre
que está ahí hablando por teléfono. Éste es otro elemento
diferenciador del vídeo original: aquí aparecen más personajes.
Porque ella no está sola, no es un individuo en tanto que toma
consciencia de sí misma, sino que pretende alcanzar a serlo (lo
siento, querida, corres en la dirección equivocada) diferenciándose
de los demás de forma artificial: huyendo del entorno social
(pretendiendo autoconvencerse de no pertenecer a él) en lugar de ser
ella misma en ese entorno o en el que sea. Así que le retuerce el
pescuezo al pobre hombre. Por la espalda. Qué fuerte que soy. He
huido del mundo y no
quiero a nadie en mi mundo, así que fuera de
aquí. Después de nuevo caminando por el pasillo hacia cámara, pero
ahora destruyendo todo a su paso con rayos;
¡Te vas a enterar, Kylo Ren!
porque sí, porque es una
destroyer. Y se sube a la mesa. Esta escena es importante para
ejemplificar cuándo un plagio es un plagio y no un homenaje. En la
escena inicial, el bailarín se sube sobre la mesa, y no sólo baila,
sino que antes le da una patada al periódico. El periódico
representa el presente, las preocupaciones mundanas del día a día
(es más: las preocupaciones mundanas impuestas por los demás). En
esta imitación barata, la bailarina se sube sobre la mesa, y baila,
sin más; he dicho que sin más, no busques segundas lecturas.
MªJesús y sus muñecos
Que
sí, que se le van las manos, y los pies; como en el resto del vídeo;
si es que todo el vídeo es así. Y acto seguido entra en el teatro,
en un teatro vacío. Y aquí es donde se declara la personalidad
egocéntrica de la poligonera esta. No le gustaba la actuación que
estaba viendo, por dos razones: porque no la entendía, y porque no
era ella el centro de atención. Ahora es ella el centro de atención.
Vale que no hay público. Pero hay un foco de luz que la ilumina a
ella, y sólo a ella, la única estrella sobre el escenario, y eso es
lo
"Todo esto es la muuusicaaa que rodea tu cueeerpooo..."
que cuenta. Eso y que se imagina que le está haciendo un pase privado a Sergio Dalma, digo yo. No hay público pero ella se siente el alma de la
fiesta. Sí, hija, eres el alma de la fiesta. Ahora estate quietecica
un rato. Pero no, no se está quieta; aún le queda coca, digo
cuerda, pa un rato.
¡Qué ganas tenía de hacer parkour!
Por fin sale al exterior. Ésta es otra
diferencia con el original. En el original todo sucede en el
interior, pero el despertar del personaje y toda la danza que genera
sugiere universo, cosmos, viaje al infinito y regreso a uno mismo.
Aquí, en cambio, el viaje que se produce en el personaje es
tremendamente pobre. Una pobre huida de un interior habitado por la
sociedad a un exterior deshabitado; el exterior deshabitado aquí
simboliza liberación, posibilidad de respirar, al mismo tiempo que
disponer de espacio para sí misma. Y el ojo. El ojo simboliza algo.
Lo sé.
Tenías que romperlo, ¡japuta!
Déjame pensar. ¡Debe de simbolizar algo! Espérate, que lo
a traviesa volando y le destroza la pupila, y sale confetti, y ella
aterriza a lo supergirl. Pues puede que simbolice cómo la ven los
demás; que rompe con eso. Por decir algo. Pero si ahí ya no hay
nadie para verte, hija de mi alma. Si has salío corriendo, ¡quién
va a verte? Que no te está mirando nadie, que están todos dentro,
viendo la función que importa. Que lo que has roto ahí afuera es un
ojo gigante de colorines que alguien se había currao mucho. ¡Serás
japuta! ¡Petarda egocéntrica, que sólo piensas en ti misma!
Y luego hace el King
Kong. Y no vuelve a ella misma, porque nunca salió de sí misma,
sino que no ha hecho más que correr a tomar el fresco. Y sale el
bote del perfume, que tiene forma de ojo (ah, coño, era eso).
Según las teorías cosmológicas más radicales, el universo ni se expande ni se contrae, sino que lo menea King Kong
¡Agh, me duele el
cerebro!
Plagio. Homenaje una
mierda. Plagio. Porque no tiene guiños al original, sino ojo tuerto.
Y ya está. Y ahora mirad quién hizo el vídeo original para Fatboy
Slim, y quién ha hecho éste para el perfume Kenzo. El mismo
director. Sí, el mismo: Spike Jonze. Que es un buen director no se
discute. Pero ha caído en el peor de los pecados: plagiar. Y diréis:
¿cómo va a ser plagio si los dos vídeos son suyos? Pues eso es lo
peor. Me imagino a los de Kenzo, o a los publicistas, pidiéndole que
les haga “un vídeo como” el que hizo para Fatboy. Y él diciendo
“enséñame la pasta”. Y copiándose a sí mismo. Plagiando.
Porque se ha limitado a copiar la forma superficial, sin dotarlo de
detalles de profundidad propios que de verdad lo hagan grande. Podía
haber creado algo nuevo, brillante. En lugar de eso, nos ha
recalentado las sobras de Fatboy. Aunque, pensándolo bien, ha sido
un hipócrita, lo cual encaja bien con un anuncio de perfume. ¡Me
gusta que haya sido un hipócrita! Bueno, en realidad no me gusta que haya sido un hipócrita, pero es que me encanta que haya puesto a bailar así a Margaret Qualley.
Y me encanta Margaret Qualley.
¡Por dios! ¡Es suprema! La actriz. La bailarina. Qué manera de
hacer que valga la pena ver bailar a un personaje de mierda de un
videoclip de mierda de un perfume de mierda. ¡Gracias, Margaret!