En
mi casa hay una puerta
que
da a los patios anchos de la vida,
a
las rocas altas, a los profundos valles
subterráneos.
Tengo
carreteras
largas
para
viajar;
carreteras
largas, que van
desde
el salón
hasta
la cocina.
En
las estanterías
tengo
innumerables
árboles
por
el azar plantados; por el viento y la semilla
del
azar
plantados.
Son
una montaña: roca alta,
profunda,
roca madre
dura
y
tierna;
dispuesta siempre
a
abrirse y mostrar su infinito vientre
de
ancestral misterio.
Vagina
inmensa de Castilla.
Madre.
Tierra.
Mi
casa es un castillo
planetario.
No
miro a las estrellas;
miro
abajo,
más
abajo:
aquí.
Miro
adentro.
Torre
de mi casa,
¿hasta
dónde puedo mirar
que
la vista no alcance?
El
portón cerrado; más
una
cerradura
antigua
aguarda
ante
la esperanza de un regreso.
Me
voy. Me voy
de
mi antigua casa.
Y
al salir
se
cierra tras de mí una puerta muy pequeña,
y
ante mí
otra
puerta muy grande
se
abre…
Toledo,
08/07/2012.
(Hostal
Oasis, habitación 15. Dos ventanas abiertas a la noche y lo demás).